Continuamos con nuestra historia justo cuando nuestros protagonistas están a punto de conocerse.
Los españoles no fueron bien recibidos y se produjo la
batalla de Centla que fue de grandes proporciones. Por todas partes aparecían
escuadrones de nativos que pusieron a los españoles en una situación muy
difícil. Pero apareció Cortés al mando de un pelotón de diez jinetes y cambió
el curso de la contienda.
Según una carta de Cortés a Carlos I, después del combate,
al ser interrogados los caciques, estos dijeron que habían participado 40 000
indígenas, lo que tal vez sea una cifra exagerada. En su crónica, Bernal dice
que hubo ochocientos indios muertos y que murieron tres soldados españoles,
pero Cortés dice que solo hubo doscientos veinte indios muertos y veinte
heridos.
Luego de la derrota, las autoridades nativas le hicieron a
Cortés ofrenda de víveres, joyas, tejidos, y un grupo de veinte esclavas, que
fueron aceptadas, cambiados sus nombres al ser bautizadas y repartidas entre
sus hombres. Entre estas esclavas había una llamada Malinche, a la que los
españoles renombraron Marina.
Hernán Cortés, en su marcha hacia México-Tenochtitlan, el
ejército de Cortés (unos trescientos españoles) y el apoyo de unos 3000
tlaxcaltecas avistó los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
A la entrada de la ciudad, realizada el 8 de noviembre de
1519, se produjo el encuentro de Moctezuma y Cortés, haciendo de intérpretes
Doña Marina (Malinche)y Gerónimo de Aguilar. Moctezuma II creyó que los españoles eran
enviados del dios que vendría del Este este es Quetzalcóatl o Serpiente
Emplumada.
se recibió la noticia de la llegada de 18 navíos al Puerto
de Veracruz, creyéndose en un principio que eran refuerzos del emperador, pero
enseguida se supo que eran tropas mandadas por Diego de Velázquez para castigar
a los rebeldes. Estas tropas estaban mandadas por Pánfilo de Narváez. Para
colmo, pusieron sobre aviso a Moctezuma de que Cortés era un rebelde a su rey,
y que si podía, lo matase. Así que Cortés no tuvo más remedio que dejar una
guarnición de poco más de un centenar de españoles en Tenochtitlan al mando de
Pedro de Alvarado, y él con trescientos españoles y varios cientos de indios,
salió al encuentro de las tropas de Narváez.
Tras mostrar a los soldados los
adornos de oro, y de incitarlos a unírsele, la mayoría cambió de bando a favor
de Cortés, que gracias a esto triplicó sus efectivos de la noche a la mañana.
Por su parte, Narváez regresó por donde había venido, con unos cuantos
seguidores, mientras que Cortés regresaba a Tenochtitlán.
Mientras, en Tenochtitlan, Alvarado, temeroso de una
concentración masiva de guerreros en la Plaza Mayor de Tenochtitlán, y temiendo
los posibles augurios de Cholula, había cometido una matanza de nativos, de
nobles, caciques y jefes de ejército cuando estos estaban celebrando la fiesta
de Tóxcatl.
El hermano de Moctezuma, Cuitláhuac, fue liberado para que
gestionase la pacificación, pero en vez de eso, se puso al frente de los
mexicas y se unió al jefe de los caciques, llamado Cuauhtémoc -y quien sería el
siguiente tlatoani mexica-, para oponerse a la ocupación española. Cortés consiguió
que Moctezuma tratase de apaciguar a los inconformes y que dejasen salir a los
españoles de la ciudad. Existen dos versiones de la muerte de Moctezuma: una es
que cuando hablaba a su pueblo, recibió una pedrada de los propios mexicas que
lo hirió de muerte; la otra dice que Hernán Cortés ordenó matarlo cuando vio
que no podía calmar al pueblo, si bien esta última versión fue aportada por los
mexicas y se considera menos probable
Estando así la situación, los soldados españoles fueron
sitiados en la casa en la que estaban alojados, rodeados por multitudes de
indígenas indignados. Los sitiados veían disminuir el agua, las municiones y
toda clase de víveres. La única salida era la retirada
Después de su derrota de la Noche Triste los españoles y sus
aliados tlaxcaltecas se replegaron en Tlaxcala; se reorganizaron y atacaron
Tenochtitlan, poniendo en sitio a la ciudad.
Después de la victoria Malinche visita a su madre que fue la
persona que la vendió de pequeña y se abrazan.