El 8 de diciembre es una fecha muy especial para los católicos y para los españoles, pues se celebra la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María y se recuerda el milagro de Empel, una batalla que tuvo lugar en 1585 en los Países Bajos y que marcó el origen del patronazgo de la Virgen Inmaculada sobre la Infantería española.
¿Qué es la Inmaculada Concepción?
La Inmaculada Concepción es un dogma de la Iglesia católica que sostiene que la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo. Esto significa que María fue preservada de toda mancha o efecto del pecado que heredamos de Adán y Eva, y que fue llena de gracia por Dios desde su concepción.
La Iglesia católica celebra esta fiesta el 8 de diciembre, nueve meses antes de la Natividad de la Virgen el 8 de septiembre. La tradición de venerar a María como Inmaculada se remonta a los primeros siglos del cristianismo, y fue recogida por muchos santos, teólogos y papas a lo largo de la historia. Sin embargo, no fue hasta el año 1854 cuando el papa Pío IX declaró el dogma de la Inmaculada Concepción con la bula Ineffabilis Deus, recogiendo así el sentir de dos mil años de tradición cristiana.
La Inmaculada Concepción es una de las cuatro advocaciones marianas que tienen el título de patrona principal de España, junto con la Virgen de los Desamparados, la Virgen del Pilar y la Virgen de la Merced. Además, es la patrona de muchos países, ciudades, diócesis, órdenes religiosas e instituciones. Entre ellas, destaca el patronazgo de la Inmaculada sobre la Infantería española, que tiene su origen en el milagro de Empel.
¿Qué fue el milagro de Empel?
El milagro de Empel fue un hecho histórico que ocurrió los días 7 y 8 de diciembre de 1585 durante la guerra de los Ochenta Años, en la que un Tercio del ejército español, el Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó y derrotó en condiciones muy adversas a una flota de cien barcos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos, bajo mando del almirante Felipe de Hohenlohe-Neuenstein.
Según las crónicas, el Tercio español se encontraba sitiado en la isla de Bommel, entre los ríos Mosa y Waal, sin víveres ni ropas secas, y rodeado por el enemigo, que les propuso una rendición honrosa. Los españoles rechazaron la oferta con estas palabras: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, el almirante holandés decidió abrir los diques de los ríos para inundar el campamento español. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.
En ese momento crítico, un soldado del Tercio cavando una trinchera encontró un objeto de madera enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Virgen María. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada.
Esa noche se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».
Tras la victoria, los altos mandos del ejército decidieron proclamar a la Inmaculada Concepción como la patrona de los Tercios españoles, actual Infantería de España. Desde entonces, cada 8 de diciembre, los infantes españoles renuevan su juramento de fidelidad a la Virgen Inmaculada y celebran su fiesta con diversos actos religiosos y militares. Además, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir una casulla azul durante las misas en honor a la Inmaculada, color que simboliza su pureza y su manto celestial.
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