Muchos inversores se preguntan si es posible mejorar su rentabilidad evitando los días de mayor caída del mercado y aprovechando los días de mayor subida. Esta estrategia se conoce como market timing y consiste en intentar predecir el comportamiento del mercado para entrar y salir en el momento óptimo. Sin embargo, el market timing es una práctica muy difícil y arriesgada, ya que implica anticiparse a los movimientos del mercado con precisión y consistencia, lo que depende de muchos factores imprevisibles e irracionales.
Además, el market timing implica asumir un alto riesgo y un alto coste de oportunidad, ya que se puede perder el beneficio potencial de permanecer invertido a largo plazo en el mercado. También implica pagar más comisiones e impuestos por las operaciones frecuentes que se realizan al entrar y salir del mercado.
Según algunos estudios, si te hubieras perdido las 10 mejores sesiones de la bolsa estadounidense entre 1989 y 2018, habrías pasado de obtener una rentabilidad media anual del 8,6% a una rentabilidad media anual del -13,6%. Es decir, habrías empeorado tu rentabilidad en 22,2 puntos porcentuales. Esto se debe a que los mejores y peores días de la bolsa se concentran en unos pocos días y es muy difícil predecirlos con precisión.
Pero ¿Qué pasaría si te hubieras perdido también los 10 peores días de la bolsa? En ese caso, habrías obtenido una rentabilidad media anual del 19%. Es decir, habrías mejorado tu rentabilidad en 10,4 puntos porcentuales. Sin embargo, esta situación es muy improbable e irrealista, ya que supone acertar siempre con el momento de entrada y salida del mercado.
El informe "The Cost of Market
Timing" elaborado por Fidelity Investments, que muestra cómo afecta a una
inversión inicial de 10.000 dólares en el índice S&P 500 desde 1980 hasta
2019 el hecho de perderse algunos días con las mayores subidas o bajadas del
mercado.
Según este estudio, si se hubiera permanecido invertido
durante todo el periodo se habría obtenido una rentabilidad anualizada del
9,96% y un valor final de la inversión de 708.143 dólares. Sin embargo, si se
hubiera perdido solo el mejor día del mercado en cada año, la rentabilidad
anualizada habría bajado al 7% y el valor final a 214.998 dólares.
Por otro lado, si se hubiera perdido solo el peor día del
mercado en cada año, la rentabilidad anualizada habría subido al 12% y el valor
final a 1.518.826 dólares. Pero lo más sorprendente es que si se hubiera
perdido tanto el mejor como el peor día del mercado en cada año, la
rentabilidad anualizada habría sido del 8% y el valor final de 293.243 dólares.
Esto significa que perderse los peores días tiene un efecto
positivo mayor que perderse los mejores días tiene un efecto negativo en la
rentabilidad a largo plazo. Sin embargo, también implica que intentar acertar
con los días más extremos del mercado es muy difícil y arriesgado.
Otro estudio similar es el realizado por Gestión Pasiva, que
analiza cómo afecta a una inversión inicial de 10.000 euros en el índice MSCI
World desde 1985 hasta 2019 el hecho de perderse algunos días con las mayores
subidas del mercado.
Según este informe, si se hubiera permanecido invertido
durante todo el periodo se habría obtenido una rentabilidad anualizada del 8% y
un valor final de la inversión de 114.674 euros. Sin embargo, si se hubiera
perdido solo uno de los diez mejores días del mercado en cada año (es decir
diez al año), la rentabilidad anualizada habría bajado al -0,4% y el valor final a solo 8.722 euros.
Esto demuestra que perderse los mejores días tiene un efecto
devastador en la rentabilidad a largo plazo y que estar fuera del mercado puede
ser mucho más perjudicial que estar dentro.
Por tanto, estos estudios sugieren que lo más conveniente
para un inversor a largo plazo es mantenerse invertido en todo momento y no
intentar predecir las oscilaciones del mercado.
Por estas razones, muchos expertos recomiendan invertir a largo plazo y no intentar hacer market timing. De esta forma, se puede obtener una rentabilidad más estable y sostenible en el tiempo. Además, se puede diversificar la cartera para reducir el riesgo y rebalancearla periódicamente para mantener la proporción deseada entre los distintos activos.